
Caligrafía redonda minúscula, siglo XVIII.
Caligrafía redonda minúscula, siglo XVIII.
Parecen muy lejanos los tiempos en que los cielos abundaban en golondrinas y vencejos, hasta el punto que los niños los atrapaban al vuelo desde los balcones de sus casas.
Ahora, que son pocas las veces que nos alegran la vista y el oído con sus acrobacias y chillidos, hemos aprendido que cuando tienes un pájaro en la mano, lo que más vale es dejar que vuelva a volar.
Fotografía publicitaria del icono de la movida madrileña de los años 80 del siglo pasado, la fotógrafa Bárbara Allende Gil de Biedma, más conocida por su nombre artístico «Ouka Lele» o «Leele» a partir de 1999.
«—Ahí está la cosa, amiguito —dijo fatigadamente— […] helábamos aquel agua caliente tan endiabladamente aprisa que el hielo quedaba tibio todavía!»
«El Fisiólogo dice que el pelícano quiere mucho a sus hijos. Cuando nacen los polluelos, en cuanto están algo crecidos, golpean a sus padres en el rostro. Éstos les golpean a su vez, matándolos. Pero los padres empiezan entonces a afligirse por sus hijos, y después de haberse lamentado durante tres días sobre los polluelos que han matado, la madre, al final del tercer día, se abre el costado y deja caer su sangre sobre los cuerpos muertos de los pequeños, y los despierta a la vida».
Las teorías que relacionan el aspecto de las personas con su personalidad son tan antiguas como la civilización, pero a partir de la Edad Moderna llegaron a desarrollarse como una pseudociencia, la Fisiognomía o Fisiognómica. Aunque parezca divertido comparar los rostros de personas con animales, o tratar de adivinar los pensamientos que se esconden tras los gestos, esta idea es intrínsecamente peligrosa. El análisis fisiognómico y la frenología se han utilizado como pruebas inculpatorias en juicios, y sirven de pretexto a los racismos más violentos.
Imagina peces con largas melenas, árboles nadando en el mar o plantas que llueven sobre sí mismas. Estos seres viven en el Codex Seraphinianus —una posmoderna vuelta de tuerca al Manuscrito Voynich—, que fue dibujado y escrito en un lenguaje imaginario por Luigi Serafini. O quizá, como nos cuenta Luigi, la verdadera autora fue una gata blanca; quién sabe.
Los «kamon» son los blasones heráldicos japoneses, semejantes a los escudos nobiliarios europeos. Por su abstracta simplicidad, parecen tan modernos que podrían confundirse fácilmente con logotipos o pictogramas contemporáneos. Quizá por esto mismo resulta especialmente necesario conocerlos para los amantes del diseño, y ya que estamos, disfrutar de su intemporal belleza.
Seguir leyendo «Blasones de Japón»Si se mira bien, en muchos paquetes hay unos cuadraditos de colores, escondidos en la solapa. Aunque son muy bonitos, solo están ahí para que el impresor compruebe cada una de las tintas que ha utilizado. En teoría, con cian, magenta y amarillo, se podrían representar todos los colores del mundo, pero en la práctica hace falta añadir negro para que los oscuros sean intensos. Además hay algunos colores especiales, como el verde esmeralda, que sólo se consiguen añadiendo una tinta extra.
Seguir leyendo «El verde es un color especial»Un conocido recurso creativo consiste en transformar las desventajas o los defectos, en virtudes. Así, en esta publicidad de los años 80, se utilizaron las muchas falsificaciones del logotipo de Lacoste, tratando de demostrar que en las marcas también se aplica la ley de la selección natural y sólo sobreviven las mejores.
Seguir leyendo «La selección del cocodrilo»